Insuficiencia cardíaca: ¿Qué sería bueno saber?

La insuficiencia cardíaca suele ser la consecuencia alejada de otras enfermedades sobre las cuales se puede actuar. Las dos causas más importantes a nivel poblacional mundial son la hipertensión arterial y los problemas coronarios (infartos, por ejemplo). De aquí que contribuyan a su aparición todos los factores que la predisponen, por ejemplo fumar o no llevar un adecuado control de la diabetes.

 

¿Cómo se diagnostica?

A través del diagnóstico clínico, ya que presenta síntomas (lo que siente el paciente) y signos (visibles en el cuerpo). El síntoma característico es la falta de aire. Pero como es un síntoma bastante amplio, el médico tendrá la tarea de reconocer si está asociado a esta enfermedad o se debe a otras causas.

El signo más importante, aunque también inespecífico, es la retención de líquido (edemas o hinchazón en las piernas, retención de líquido en el hígado). Por lo mencionado, el médico tiene que ser cuidadoso a la hora de diagnosticar una insuficiencia cardíaca. Indicará, de ser necesario, otros estudios auxiliares para constatar el diagnóstico.

 

Los dos pilares del tratamiento: la dieta y la medicación

Hay muchos procedimientos para detener la evolución de la insuficiencia cardíaca, se ha avanzado muchísimo, pero las medidas principales son las de cuidado general. Una dieta con bajo contenido de sal, evitando agregarla a las preparaciones cuando se cocina y reduciendo el consumo de alimentos que ya contienen mucha cantidad de sodio, es la medidas fundamental. La sal se “esconde” en la mayoría de los productos que consumimos, por eso es importante que los pacientes aprendan a reconocer dónde encontrar la sal en los productos. “Yo no agrego sal, pero a los fideos ¿cómo no les voy a poner queso rallado?”, nos suelen contar.

Hay una clara relación entre la insuficiencia cardíaca y la edad. Cuanto mayor es la edad, mayor la posibilidad de padecerla.

La medicación específica para tratar la insuficiencia cardíaca, por suerte, se encuentra disponible desde hace años, pero sigue siendo un problema la adherencia al tratamiento, la constancia de los pacientes en la toma de la medicación. Debe comprenderse que, en muchos casos, se trata de un problema crónico y la medicación debe tomarse, también, en forma crónica.

Bienestar y actividad física van de la mano. Un paciente con insuficiencia cardíaca puede realizar una vida activa. La actividad física mejora la capacidad funcional, no hay que “quedarse quieto” sino caminar, andar en bicicleta, nadar o, porqué no, bailar. Esto produce beneficios orgánicos, psicológicos y, en el caso de actividades grupales, una mejor integración al medio social.

La perseverancia, el talón de Aquiles. La principal causa de internación en un paciente con insuficiencia cardíaca son las fallas en el cumplimiento de la dieta o la medicación. Entendemos que no es fácil, pero ser constante en estos aspectos permite mejorar la calidad de vida, es decir, puede disminuir los síntomas. La perseverancia en el cumplimiento es una pieza clave para obtener buenos resultados.

Además de los cuidados generales y la dieta. Es importante cumplir con las vacunaciones obligatorias (antigripal anual, neumonía cada cinco años) para prevenir infecciones que pueden agravar el cuadro. Incluso conviene que el paciente se lo recuerde al médico: “este año me toca tal vacuna”, por ejemplo. Dado que la retención de líquido (agua) es la principal manifestación de este problema, se puede detectar de una manera sencilla: los pacientes con insuficiencia cardíaca deben pesarse todas las mañanas y consultar en caso de aumentos bruscos de peso.

 

¿Qué otras cosas debemos saber acerca de la insuficiencia cardíaca?

Dentro de las enfermedades cardiovasculares es la más frecuente. El tratamiento precoz mejora la evolución y evita la necesidad de tratamientos más complejos.

 

¿Hay que tener cuidado con algunos medicamentos?

Sabemos que es frecuente la automedicación con antiinflamatorios, por ejemplo, ante dolores articulares o musculares. Pero la mayoría de ellos producen retención de agua y sodio y pueden agravar los síntomas de insuficiencia cardíaca. Aunque la automedicación no es aconsejable en ningún caso, no podemos negar su existencia. Las personas con insuficiencia cardíaca deben consultar con su médico si pueden o no recibirlos.

Como en todas las enfermedades que pueden adquirir una forma crónica, la clave es lograr una buena alianza entre el paciente, su familia y el grupo tratante.

 

Autor: Dr. César Belziti, Jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Italiano

Fuente: Aprender Salud (Nota perteneciente a la Revista Aprender Salud número 17)

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