Varices y edemas de miembro inferior ¿Se pueden prevenir? ¿Cómo mejorarlos?

Especialistas del Servicio de Kinesiología del Hospital Italiano cuentan en esta nota de qué modo estimular, reactivar y favorecer la circulación para prevenir o atenuar los síntomas en quienes padecen estos problemas.

 

“Pesadez y dolor en las piernas, tobillos hinchados al final del día, son síntomas frecuentes en personas que tienen alterado su retorno circulatorio, problema que lleva a la aparición de varices, edemas y otras patologías relacionadas”, comienzan señalando las Lic. Gabriela Aldana, Verónica Scarbol y Silvana Hernández, a quienes entrevistaron para comprender mejor este problema y explorar posibles soluciones.

Si bien las profesionales se encargan de los pacientes con cuadros más avanzados (patologías crónicas, limitaciones mayores) esta nota busca advertir a los lectores que puedan sentirse identificados (ellos o sus familiares) con alguno de estos problemas. Y, así, adoptar tempranamente los hábitos y ejercicios que proponen, previniendo complicaciones.

 

Cada paso, un impulso para el retorno circulatorio

El mayor desafío para el aparato circulatorio es hacer retornar la sangre hacia el corazón, ya que esta (salvo cuando estamos acostados) viaja “en contra” de la gravedad. Por ello es que las partes del cuerpo más proclives a estos problemas son los pies, tobillos, pantorrillas.

Los músculos actúan como bombas auxiliares para el retorno venoso. El corazón bombea la sangre pero para su regreso es fundamental el rol que juegan estos, que al comprimir a las venas las “exprimen”.

“El concepto principal es moverse, todo el movimiento que uno realice generará un bombeo de sangre a través de las venas, activando la circulación. Y esto comienza cuando pisamos con la planta del pie, al momento de iniciar la marcha y exprimirlo contra el suelo para dar el primer paso”, explican las profesionales.

 

¿Cómo ayudar al retorno circulatorio?

Cambiar el hábito diario que genera el edema es lo más importante y el gran desafío es empezar a moverse, ya que toda actividad física es buena para mejorarlo. Caminar, hacer gimnasia y hasta bailar salsa, tango o cualquier ritmo.

“Recomendamos mucha gimnasia en el agua, ya que incrementa la compresión externa, favorece la circulación y ablanda el tejido. Pero sabemos que no es para todos, no sólo por lo complejo de ir a una pileta (el tiempo que lleva ir, bañarse, vestirse, etc.) sino porque la mayoría no cuenta con escaleras apropiadas (son verticales) para adultos y les cuesta salir”, detallan.

Hábitos cotidianos que también influyen

Intercambiar posturas. Evitando permanecer varias horas sentado o de pie en una posición estática, tanto en la casa como en el trabajo. Por ejemplo, en una oficina, pararse, dar una vuelta o colocar bajo el escritorio algún elemento basculante para trabajar los tobillos (flexión y extensión).

Las medias de compresión. Son un buen complemento. Hay que colocarlas a la mañana antes de levantarse y sacárselas para dormir. Quienes las tengan indicadas deberán renovarlas periódicamente ya que las medias “tienen fecha de vencimiento” y -si se estiraron- dejan de cumplir su función. Preferentemente no lavarlas en el lavarropas.

La coquetería y la moda no ayudan. El taco, el zapato angosto y las tiras apretadas perjudican la circulación. Habrá que evitar su uso cotidiano. Algo similar ocurre con las fajas y trusas, que comprimen la región inguinal por donde ingresan los vasos sanguíneos, obstruyendo el retorno venoso.

Evitar baños calientes y prolongados. Esto empeora el cuadro. Las personas que planean visitar centros termales deberían consultar con su médico si están en condiciones de concurrir por las altas temperaturas que tienen. Esto puede sorprender a muchos, ya que el turismo de adultos y jubilados suele estar muy orientado a este tipo de lugares por ser “relajantes”. Se recomienda utilizar compresas frías o baños con agua fresca.

Higiene, lastimaduras y cuidarse del sol. Dado que los vasos sanguíneos transportan los residuos corporales, toda lastimadura, infección o cortes en la piel de los miembros inferiores afectarán el retorno circulatorio. Además, habrá que evitar exponerse de forma prolongada al sol u otras fuentes de calor.

En reposo es útil acostarse con las piernas a la altura del pecho, al mismo nivel que el corazón. En cambio ¡Atención! No basta con sentarse y colocar las piernas sobre un banquito.

 

Ejercicios para mejorar la circulación

Para realizar en casa de forma cotidiana y así mejorar la hinchazón y edemas en las piernas, tobillos y pies. Recuerde que, si siente fatiga, dolor o alguna otra molestia al realizar los ejercicios, deberá suspenderlos y consultar con su profesional de confianza.

Antes de comenzar cada ejercicio. Tomar aire profundo por la nariz y expulsarlo por la boca, hacerlo tres o cuatro veces.

1-De pie, tomado del respaldo de una silla, elevarse sobre la punta de ambos pies y descender suavemente.

2-3. Caminar en puntas de pie alrededor de una mesa y luego repetirlo caminando sobre los talones.

4- Sentado, balancee suavemente los pies de puntas a talones.

5- Acostado, realice movimientos cíclicos con energía.

“Para un uso diario recomendamos usar zapatillas porque, además de ser seguras y cómodas, tienen un pequeño taco que ayuda al impulso de los músculos que intervienen en la circulación.”

La falta de movimiento, un círculo vicioso. “En general es un problema que afecta a personas mayores que se mueven menos. Y esa falta de movimiento -que deja de estimular la circulación- les genera aún más edema, más pesadez y dolor, lo que conduce a una menor movilidad.” Esto se presenta más en quienes tienen sobrepeso, no gustan de las actividades en movimiento y en especial a las mujeres ya que ellas atraviesan muchos cambios hormonales durante su vida (embarazo, menopausia, etc.), que afectan la circulación.

 

Autores: Equipo editorial de Aprender Salud. Supervisión: Lic. Graciana García, Servicio de Kinesiología.

Fuente: Revista Aprender Salud,  Año N°12, enero 2019.

Imagen: creada por nensuria – www.freepik.es

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