El brote de sarampión es una amenaza para la salud pública

El mundo está experimentando el peor brote de sarampión desde 2006. La advertencia proviene de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Aunque Europa y África son los más afectados, América, y particularmente América Latina, no se quedan atrás. Desde 2017, la enfermedad volvió a asolar al continente nuevamente, con una explosión de casos en varios países, no siempre preparados para enfrentar un problema que parecía estar resuelto. En 2016, la región fue la primera en el mundo en librarse del sarampión.

Todo comenzó a mediados de 2017, cuando se confirmaron los primeros (nuevos) casos de la enfermedad en Venezuela. Ese año, el país –que ha enfrentado una crisis generalizada durante años– informó oficialmente 727 infecciones y dos muertes por el virus que causa el sarampión. Al año siguiente, la situación empeoró: casi 6.000 casos y 79 muertes. Para empeorar la situación, el virus cruzó la frontera y llegó a la población del norte de Brasil, en la Región Amazónica, contagiando casi al doble de personas (10.330) y causando 12 muertes.

En 2019 se identificó un nuevo brote de sarampión en Brasil, esta vez en el Sureste, causado por la llegada de viajeros infectados. Hasta el momento se registraron en São Paulo –el estado más afectado y también el más poblado del país– 6.389 casos de la enfermedad (94% del total nacional). En Venezuela, la situación epidémica mejoró: a fines de octubre hubo 520 casos. Por el contrario, Estados Unidos reportó 1.250 casos de sarampión este año, 11% del total de las Américas en 2019, el segundo brote más grande de la enfermedad después de Brasil.

Los datos más recientes de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) registran un total de 28.058 casos confirmados de sarampión entre 2017 y 2019 en la región, distribuidos en 14 países. Después de Venezuela, Brasil y Estados Unidos, Canadá y Colombia fueron los más afectados por la enfermedad.

Si bien la tendencia global ha sido que la enfermedad golpee más intensamente a países con programas de inmunización ineficientes o frágiles, como Venezuela, vemos que este año los brotes más graves en las Américas se han producido en países con un historial de cobertura de vacunación generalizada: Estados Unidos y Brasil. Esto enciende una luz roja en la región. En este sentido, es fundamental tratar de comprender qué hay detrás de estos nuevos brotes de sarampión.

 

Caída de la cobertura de la vacuna

En el caso de Brasil, los recientes brotes de sarampión –que llevaron al país a perder el certificado de territorio libre de virus de la OPS– revelaron una cobertura de vacuna de la enfermedad por debajo de 95%, considerada segura por la OMS. Para 2017, solo 79% de la población objetivo había recibido ambas dosis de la vacuna contra el sarampión. Es decir, cuando el virus llegó al país, encontró a una parte importante de los brasileños desprevenidos, lo que facilitó su propagación.

Para contener el brote, el gobierno se vio obligado a adquirir una cantidad sin precedentes de vacunas y en poco tiempo. Incluso contando con instituciones nacionales que producen vacunas a gran escala, fue necesario importar una cantidad significativa para satisfacer la demanda, incluso duplicando la cantidad de dosis compradas. Aun así, la vacuna falta en ciertos momentos y lugares, lo que dificulta el control de la enfermedad.

Lo que es más difícil de entender es por qué cada vez menos personas se vacunan contra el sarampión en Brasil, conocido por sus campañas de inmunización, que hasta hace poco eran reconocidas como eficaces.

Una primera hipótesis es precisamente el éxito de estas campañas. Con el sarampión bajo control –el último brote autóctono ocurrió en el país en 2000–, el virus ha circulado poco en todo Brasil en los últimos años, y dejó de estar en contacto con generaciones enteras. Hay jóvenes que nunca han oído hablar de la enfermedad. Por lo tanto, lentamente el sarampión habría salido del radar de preocupación de los brasileños, afectados por otras nuevas epidemias en la última década.

Esta es una posibilidad plausible, pero que debe estar asociada con cuestiones más amplias de salud pública. El acceso a servicios de salud de calidad, la distribución territorial de las vacunas, la sostenibilidad de la producción de inmunizaciones, la capacitación de profesionales de la salud y la inversión en estrategias de participación de la población en áreas con baja cobertura de vacunación son factores relevantes a considerar, sobre todo en el contexto actual de crisis política, económica y social en Brasil. Y de América Latina en general.

 

Ascenso del movimiento antivacunas

También hay quienes relacionan los brotes actuales de sarampión con el movimiento antivacunas, considerado por la OMS como uno de los mayores desafíos de salud de 2019. Después de todo, ganó impulso justamente con la publicación de un artículo científico que, con datos falsos, asoció la vacuna contra el sarampión con el autismo. Aunque es una hipótesis plausible y tiene sentido para muchos países y regiones, no parece ser el caso cuando se trata de América Latina.

Prueba de ello son los datos de 2018 sobre la confianza en la vacuna, publicados por Wellcome Trust. En una investigación sobre la percepción de la ciencia y la salud en el mundo, la organización mostró que, en América Latina, existe una amplia confianza en la seguridad de las inmunizaciones, incluso con cifras más altas que el promedio mundial. La familiaridad con las vacunas y la percepción sobre su eficacia también son elevadas en la región.

Por lo tanto, es difícil creer que la caída en la cobertura de vacunación contra el sarampión fue causada por la creciente desconfianza de la población hacia la inmunización promovida por el movimiento antivacunas. Ese sería, en todo caso, más una amenaza futura que un problema actual. Pero, ¿qué pasa si este movimiento se está fortaleciendo entre los tomadores de decisiones, entre aquellos que elaboran políticas públicas en sus países?

En Estados Unidos se ha visto a Donald John Trump llegar al poder con su retórica anticiencia y sus discursos en apoyo del movimiento antivacunas. Sin embargo, con el brote de sarampión este año en el país, el presidente de Estados Unidos reaccionó de forma sorprendente: salió en defensa de las vacunas y pidió a las familias que inmunicen a los niños. Allí, la enfermedad ya está bajo control.

Colombia, que llegó a tener 420 casos confirmados de sarampión desde que comenzó el brote, logró controlar la enfermedad invirtiendo en la vacunación masiva de inmigrantes venezolanos. La OMS acaba de reconocer los esfuerzos del país mediante un premio otorgado al presidente Iván Duque Márquez en setiembre.

En Brasil, liderado por el presidente Jair Messias Bolsonaro, rodeado de críticos hacia la vacunación y aficionado a las medidas anti-científicas, los casos confirmados de sarampión están creciendo. Los 4.476 registros de setiembre aumentaron a 9.304 en octubre. Si bien, por un lado, el gobierno aumenta la compra de vacunas, recurriendo a la importación, por otro lado, realiza recortes drásticos en el sector nacional de ciencia y salud, fundamental para enfrentar el problema. El presidente acaba de anunciar una reducción de cerca de 97 millones de dólares para el Programa Nacional de Inmunizaciones en 2020, que corresponde a 7% del presupuesto del programa de este año.

Cualquiera que sea la motivación de Bolsonaro, el recorte en el programa brasileño de inmunización es una amenaza muy grave para la salud pública en el país y en América Latina. Después de todo, los virus no respetan fronteras. La vacunación es uno de las conquistas más notables de la medicina y es responsable de la erradicación de varias enfermedades en el mundo. Los países en desarrollo no pueden darse el lujo de retomar problemas del pasado, especialmente cuando hay tantos problemas presentes que resolver.

Por lo tanto, es deber de todos adherirse a las campañas de vacunación y presionar al gobierno para que la inmunización vuelva a ser una prioridad y que sea accesible a toda la población.

Fuente: Reporte Epidemiológico de Córdoba

 

Sobre el sarampión

-Se transmite cuando una persona infectada respira, tose o estornuda.

-La persona infectada puede contagiar desde 4 días antes hasta 4 días después de presentar erupciones.

-Puede vivir por hasta 2 horas en una superficie o en el aire donde una persona infectada haya tosido o estornudado.

 

Síntomas:

-Fiebre alta

-Moqueo nasal

-Tos

-Ojos rojos

-Erupción o sarpullidos suele aparecer de 7 a 14 días después de infectarse

 

El sarampión puede causar:

-Neumonía

-Daño cerebral permanente

-Sordera

-Parto prematuro

-Bebés con bajo peso al nacer

-Muerte

 

La vacuna es gratuita y está disponible en cualquier vacunatorio del país, tanto público como privado.

Al vacunarse la persona se protege a si misma y protege al resto de la comunidad, especialmente a aquellas personas que no pueden vacunarse por tener contraindicaciones para hacerlo.

 

Fuente: PAHO

 

Vigilancia de las Enfermedades febriles exantemáticas (EFE)

Fecha del reporte: 22/11/2019

I.1.a. Situación actual del sarampión en Argentina

Actualización

En Argentina entre la SE 1 a 47 se registraron 61 casos de sarampión, 59 detectados en Argentina y 2 en
España. De los 59 casos detectados en Argentina, 7 son casos importados o relacionados a la importación y
52 no cuentan con antecedentes de viaje o vínculo hasta el momento con casos importados. La fecha de
exantema del último caso confirmado fue el 11/11/19 (SE 44).

Los 52 casos que iniciaron exantema entre las SE 35 a 47 y corresponden a residentes de la CABA (14) y
Buenos Aires (38). En la provincia de Buenos Aires se presentaron casos en los siguientes partidos:
Hurlingham (1), Ituzaingó (6), Lanús (1), La Matanza (6), Lomas de Zamora (3), Merlo (5), Moreno (12),
Quilmes (1), Tigre (1) y Vicente López (2). La fecha de exantema del último caso de CABA fue el 4 de octubre
mientras que la fecha del último caso de Provincia de Buenos Aires fue el 11 de noviembre.

En este brote se identificó el genotipo D8 y se confirmó el linaje MVs/Gir Somnath.IND/42.16.

El mayor número de casos confirmados de sarampión corresponden menores de 1 año de edad, donde
también se observa la mayor tasa de incidencia, seguido de los grupos de 1-4 años

Fuente: argentina.gob.ar/salud/sarampion/alerta

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